Eran dos corazones cansados de tantos fraudes, que al mirarse conocieron el premio mayor.
Las bocas maliciosas se atrevieron a decir que durarían un canto. Los amantes del amor, esos de buen ojo, apostaron sus mejores cartas.
Cuidándose la espalda y sobre todo el corazón, juraron un amor eterno.
Que nunca terminaba. Que aún sigue vivo. Que nunca, jamás terminará.
Creyentes de lo prometido es deuda, sus cenizas volarán a la par mientras el viento los llevará a lugares desconocidos.
Mientras cada par de ojos envidia su amor, fiel y divertido.
Un amor que hace liquido los huesos.
Un amor infinito, uno que nunca se dará por vencido.
-M
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