Cuando apareciste, pensé que al fin había encontrado eso que había estado buscando todo este tiempo y es que al principio, tus manos y tus palabras eran tan dulces. Pero luego todo se transformo, se deformo y ya no pude reconocerte. Desde ese momento me marcaste, me sacaste pieza por pieza hasta dejarme desarmada. Y una vez desarmada pudiste jugar con mi cabeza y con mi cuerpo. Me llenaste de miedo y te llevaste toda mi dignidad y mi honor. Pero ahora que no estas, sigo igual de defectuosa, tratando de juntar esas piezas que no encastran entre si. 

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